Conocernos a nosotros mismos no es tarea sencilla. Implica dedicar tiempo a reflexionar y a indagar en nuestro interior. El esfuerzo que conlleva y el miedo a descubrir ciertas cualidades que no nos agraden hacen que en la mayoría de ocasiones, rechacemos el pensamiento de autocrítica. Pero llega un momento en el que es preciso detenerse y analizar las consecuencias de nuestras acciones. Cómo es nuestra personalidad, qué valores nos definen y qué medios estamos utilizando para alcanzar nuestros objetivos.
Cuando somos conscientes de que nuestras acciones nos repercuten tanto a nosotros mismos como a las personas que nos rodean, es cuando detectamos que poseemos cierta capacidad para influir en las situaciones que nos van aconteciendo. Y correlativamente, también nos percatamos de que podemos moldear nuestro comportamiento con vistas a experimentar un cambio en nuestras vidas y a conseguir lo que siempre hemos deseado. Este punto vital es el momento exacto a partir del cual empieza a desencadenarse un proceso de crecimiento interno, que nos enriquecerá enormemente y que tendrá un reflejo directo en la trayectoria que aún nos queda por recorrer.
Esto nos permitirá analizar cómo nuestras actitudes condicionan la forma de interrelacionarnos con los demás y la imagen que de nosotros mismos proyectamos al exterior. Todo este proceso genera innumerables beneficios, que comienzan nada más y nada menos que por conocerse a uno mismo. Gracias a esta reflexión personal podremos conocer nuestras fortalezas y debilidades y descubrir así las cualidades que nos definen, las facetas por las que podemos destacar y los flancos que debemos reforzar.
Sólo cuando se desencadena ese proceso interno podremos avanzar y crecer personalmente. Por eso, sólo las personas conscientes de la importancia de realizar esta autoevaluación son las que realmente alcanzan el éxito. En la actualidad, cada vez son más las personas que se han percatado de esta habilidad y que buscan en su interior para detectar las áreas de mejora. Y correlativamente, cada vez surgen nuevas técnicas y disciplinas que nos facilitan la tarea de navegar por nuestros rincones más profundos. Dos de estas nuevas técnicas son el Mindfulness y la Resiliencia, complementarias al Coaching Personal, pero que están recibiendo una amplia acogida entre la población dados los grandes beneficios que nos aportan.
El Mindfulness se traduce literalmente como atención o conciencia plena. Puede definirse como la capacidad humana de estar en el presente y ser plenamente conscientes de que estamos viviendo este momento. Es la cualidad de prestar total atención a las actividades que estamos desempeñando, controlando nuestra mente y evitando que nuestros pensamientos viajen a otra parte. De esta forma, conocemos, en cada momento, cuáles son nuestros pensamientos, sentimientos, emociones, sensaciones y reacciones. Esta habilidad de atención plena nos permite vivir cada experiencia sin que se nos escape ningún detalle y fomentar el desarrollo de determinadas cualidades personales, como la honestidad, valentía o sinceridad. Los últimos estudios científicos revelan su eficacia como tratamiento para reducir el estrés, aumentar la autoconciencia e incrementar nuestro bienestar; en la medida en que apuesta firmemente por la relajación y meditación.
Por su parte, la resiliencia es la capacidad de sobreponerse al dolor emocional y superar las adversidades y situaciones complicadas de la vida. Se dice que una persona es resiliente cuando es capaz de afrontar los contratiempos que le golpean, saliendo además reforzado y fortalecido de esa situación. Es decir, no es sólo la cualidad de superar los problemas y obstáculos, traumas o tragedias; sino también la habilidad de transformar esa experiencia en algo positivo que nos haga crecer personalmente. Esta técnica trata de potenciar los pensamientos positivos para que en nuestra vida predomine el optimismo, el equilibrio emocional y la satisfacción personal. Es saber mantenerse en pie a pesar de las dificultades. Es una forma de pensar que cualquier persona puede aprender y aplicar.
Y para completar esta lista de buenos hábitos, no podemos olvidarnos de la risoterapia: la técnica terapéutica que defiende los efectos beneficiosos de la risa, el pensamiento positivo y el buen humor. Entre estos efectos se encuentra el alivio de la tensión muscular, la mejora de la circulación de la sangre o la armonización del sistema nervioso. Además, reír mejora nuestro bienestar y calidad de vida en todos los sentidos.
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Fuente Bienestar 180, Sociedad Mindfulness y Salud y Motivación About